— Nos da mucha pena… pero no puede quedarse aquí.
— ¿Cómo?
— Sí, mire, no se apure, a los que vienen de Infectología los mandamos a otro lugar donde también hay monjitas, como aquí. El lugar se llama PAIPID (Proyecto de Atención Integral a la Persona Inmuno Deprimida), ahí reciben a gente con Sida —explica una madre del Buen Samaritano, que en sus manos tiene el tarjetón del Antiguo Hospital Civil entregado por una mujer que acaba de llegar a pedir refugio en el albergue porque al día siguiente tiene cita con su doctor—.
La mujer traga saliva. Intenta de nuevo.
“No entiendo. Yo prefiero quedarme aquí porque soy de fuera, no conozco la ciudad y no sé cómo llegar a donde me dice”.
La monja encargada del albergue responde, temblorosa, que son órdenes superiores.
“La instrucción es que no podemos recibir a nadie de ‘Infecto’. Allá la van a tratar bien, hay mucha gente como usted”.
La mujer pregunta de nuevo: “¿Y mi familia puede quedarse aquí?”. La monja duda. “Sí. No. Mejor allá, allá los van a tratar bien a todos, ya verá”. Le regresa el tarjetón del Hospital Civil.
La paciente sale del lugar con pasos lentos, callada. Camina por la calle Belén y da vuelta hacia Avenida Alcalde. Busca la otra dirección que le dieron en el Civil. Y llega al albergue “Las Cuadritas” Fray Antonio Alcalde. Hay mucha gente en los pasillos, wixárikas, gente que operan al día siguiente, campesinos de distintos municipios, familiares de gente internada en el hospital…
— Buenas tardes, vengo a ver si tiene espacio para quedarme a dormir.
— Claro que sí, me presta su tarjetón.
La mujer se lo entrega. La que atiende lo ve, guarda silencio, la voltea a ver mientras sostiene el tarjetón.
— Ah, no, no la podemos recibir—, remata entre la gente en voz baja.
— Necesito un lugar dónde dormir ¿Podría hablar con el responsable del lugar?
— Pues le dirá lo mismo que yo. Aquí no podemos recibirlos (a gente con VIH) porque pues tenemos a mucha gente y si algo pasa, no podemos atenderlos.
— Pero yo estoy bien, sólo necesito dormir porque mañana tengo cita. Si estuviera enferma, estaría internada.
— Deje ver si está la encargada.
La trabajadora del albergue vuelve en cinco minutos y explica que no está, que si gusta vuelva más tarde, pero que es muy difícil que permita que le den asilo, “porque ya es política del lugar”.
Cierran puertas
Hace algunos meses, la organización del Mesón de la Misericordia cerró su albergue por falta de recursos económicos, único espacio que recibía a pacientes con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). La mayoría provenían de distintos municipios y viajaban a Guadalajara periódicamente para asistir a sus citas con el médico infectólogo en el Hospital Civil y para recoger sus antirretrovirales. También recibían a los familiares de pacientes hospitalizados.
Desde esa fecha, no hay albergue que los reciba. Los que pueden, pagan algún cuartito en un hotel cercano al Civil. Los que no –la mayoría, según cuentan los médicos y enfermeras del Hospital–, duermen en alguna banca del parque de enfrente.
Tanto “Las Casitas” como el Buen Samaritano son parte del Instituto Jalisciense de Asistencia Social. El procurador jurídico de dicha dependencia, Eduardo Antonio Reyes Martín del Campo, comenta que él forma parte de la Junta de Gobierno del albergue Fray Antonio Alcalde y que jamás se ha expuesto esa situación.
“Hay que checar el perfil de la gente que puede recibir cada lugar. Usted no puede obligar a un albergue a que reciba a todos los perfiles, cada albergue tiene un perfil autorizado porque tienen un cuerpo profesional dedicado a la atención de esos pacientes. Y esa situación que me comenta nunca se ha expuesto y no tenemos quejas. Así que les pedimos que no haga ese tipo de notas que afectan a las instituciones. Esos lugares ayudan a muchísima gente y esas notas lo que buscan es afectarlos. Es muy fácil señalar, pero es muy importante que tenga la responsabilidad de lo que quiere publicar”.
Agrega que el Fray Antonio Alcalde no es albergue para pasar una noche. “No es para pernoctar, es para dar atención, para ayudar a bien morir. Y si no se les recibe (a la gente con VIH) es tal vez porque no tienen personal especializado para darles atención. Pero para eso existen otros lugares a los que pueden ir”.
De acuerdo con la información que proporcionó el mismo procurador jurídico, el perfil del Buen Samaritano es de “albergue temporal para pacientes foráneos atendidos en el Hospital Civil de Guadalajara, y a sus familiares. Los mismos tienen que ser derivados por medio de trabajo social del mismo hospital”. El perfil de “Las Casitas” es “ayuda integral humana, económica, psicológica y espiritual a pacientes con más necesidades del Antiguo Hospital Civil de Guadalajara y familiares que los acompañen, ofreciéndoles hospedaje en donde se les proporciona atención integral”.
En los mismos documentos que entregó a este diario, enlistan a asociaciones que apoyan a personas con VIH: Comité Huanitario de Esfuerzo Compartido Contra el Sida, PAIPID, Mesón de la Misericordia, Galilea 2000 (asociación civil de “Las Casitas”), COLEGA, Centro de Atención Integran en VIH-Sida, y Cohesión de diversidades para la Sustentabilidad (Codise). Sin embargo, la primera se dedica a la prevención. La segunda tiene atención permanente a personas en fase terminal, el tercero ya no tiene albergue, y las últimas son asociaciones civiles de educación y acompañamiento psicológico y espiritual. Es decir, ninguna es un albergue específicamente para las personas del interior del Estado que acuden regularmente a atenderse al Hospital Civil de Guadalajara.
Rezago legislativo
Erika Canchola López, responsable del área de Derechos Humanos del Consejo Estatal para la Prevención del Sida, resalta que “lamentablemente” nunca avanzó la legislación estatal en materia de discriminación.
Por ello, los mecanismos que se pueden seguir para evitar la discriminación son muy frágiles: existe la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación y la encargada del tema es la Conapred.
“La gente que está en esta situación podría presentar su queja ante este organismo. El problema es que la ley no la faculta para que, de manera obligada, pueda revisar el caso, pues son asociaciones civiles. Eso dificulta, pero en muchas ocasiones sirve para casos en los que puede haber conciliación”.
Sin embargo, agrega, al pertenecer los albergues al IJAS, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) podría presionar a esta última institución, ya que es gubernamental y el Estado tiene la responsabilidad de velar los derechos humanos.
“El IJAS puede exigir a sus organizaciones que mejoren sus políticas para que no sean discriminatorias”.
Canchola López agrega que la discriminación limita muchos derechos. Es decir, al negarles la posibilidad de albergarse, se repercute en otros derechos como a tener posibilidad de tener un descanso digno, un espacio dónde asearse y otros aspectos relacionados con la vida digna.
“Entonces, es un atentado contra la dignidad de las personas, al no encontrar un techo simplemente porque viven con el virus y por no tener dinero para pagar algún lugar dónde quedarse”.
Aclara que habría que revisar los perfiles de cada albergue, pero cuando no se recibe ni a los familiares, es evidentemente discriminatorio.
El Coesida señala que la vía a seguir es meter la queja ante la Conapred.
“Yo puedo ofrecerme a redactar la queja, enviarla desde aquí. En eso los podemos ayudar”.
Finalmente, resalta que puede tratarse de un asunto muy básico de capacitar a los albergues en el tema.
Mientras eso no sucede, todos los pacientes con VIH del interior del Estado que acuden frecuentemente a citas al Hospital Civil no tienen dónde alojarse.
Para saber
Los estados con más casos de VIH
1.- Ciudad de México.
2.- Estado de México.
3.- Veracruz.
4.- Jalisco.
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